#8 Las rabietas - ¿qué necesito cuando me enfado?
Uno de los retos más comunes y, a veces, más desconcertantes son las rabietas. Estos momentos de intensa emoción no solo son difíciles de manejar, sino que también nos invitan a comprender mejor a nuestros hijos y sus necesidades. Para navegar estas tormentas emocionales, es esencial equiparnos con un profundo entendimiento del funcionamiento psicológico y fisiológico del cerebro de los niños.
Las rabietas pueden parecer meros caprichos o intentos de manipulación, pero la realidad es mucho más compleja. Representan un aspecto crucial del desarrollo emocional del niño, una llamada de atención a sus necesidades no satisfechas y a sus habilidades emocionales en formación. Al comprender el origen y la naturaleza de una rabieta, podremos responder de manera más efectiva y empática apoyando a nuestros hijos en su camino hacia la madurez emocional.
En esta edición de nuestra newsletter, nos sumergiremos en el corazón de las rabietas para desvelar qué necesitan realmente nuestros hijos cuando se encuentran en medio de una. Exploraremos estrategias efectivas para manejar estos momentos con calma y construir un entorno emocionalmente seguro para nuestros pequeños. Aunque no lo parezca, cada rabieta es una oportunidad para enseñar y, más importante aún, para conectar.
Entendiendo las rabietas
Las rabietas son explosiones emocionales que suelen ocurrir en los niños como respuesta a la frustración, el cansancio, el hambre o la sobrecarga sensorial. Estos episodios, aunque estresantes, son una parte normal del desarrollo infantil y todos los padres sin excepción tenemos que pasar por ellos. Desde un punto de vista fisiológico, durante una rabieta, el cerebro del niño está en un estado de sobreexcitación, donde la amígdala (la parte del cerebro responsable de las respuestas emocionales) toma el control, dejando en un segundo plano la corteza prefrontal, que se encarga del pensamiento racional.
Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson, en su libro "El cerebro del niño", explican que "las rabietas son, en esencia, tormentas emocionales", y que durante éstas, los niños no están eligiendo deliberadamente desafiar o molestar a sus padres. Más bien, están en un estado de desbordamiento emocional donde su capacidad para procesar información y responder racionalmente está significativamente disminuida.
Los niños, especialmente los más pequeños, aún no han aprendido a expresar sus necesidades y emociones de manera adecuada. Estas explosiones son, por tanto, su forma de comunicar que algo no va bien.
Yo os animo a no ver las rabietas como manipulaciones o caprichos, sino como oportunidades de enseñanza. Pensad que el objetivo no es simplemente detener la rabieta, sino ayudar al niño a entender y gestionar sus emociones.
Necesidades emocionales y fisiológicas durante una rabieta
Cuando un niño experimenta una rabieta está expresando un desbordamiento emocional que no puede manejar solo. En estos momentos, sus necesidades emocionales y fisiológicas son críticas y deben ser atendidas con sensibilidad. Las necesidades básicas consisten en ser escuchado y sentirse seguro.
Ser escuchado
Los niños necesitan sentir que sus emociones son válidas y reconocidas. Aunque no siempre es posible ceder ante sus demandas, es crucial validar sus sentimientos. Decir algo como, "Veo que estás muy enojado porque no podemos quedarnos en el parque más tiempo", les hace saber que comprendemos su frustración.
Sentirse seguro
Durante una rabieta, el entorno puede sentirse amenazante para un niño, exacerbando su malestar. Mantener la calma y ofrecer un abrazo o palabras tranquilizadoras puede ayudarles a sentirse seguros. La seguridad emocional que proporcionan los padres es fundamental para que el niño aprenda a regular sus emociones.
El cerebro del niño cuando está bajo estrés entra en un modo de "lucha o huida", lo que hace que sea aún más difícil para el niño procesar lógicamente la situación o escuchar razones. Por tanto, las respuestas de los padres deben orientarse a calmar ese estado de alarma
La Dra. Laura Markham, autora de "Peaceful Parent, Happy Kids", sugiere que la conexión emocional es la clave para la regulación emocional. Al conectarnos con nuestros hijos a través de la empatía, les ayudamos a integrar sus experiencias emocionales de manera más constructiva. Esto no sólo calma la tormenta a corto plazo, sino que también enseña habilidades vitales de manejo emocional a largo plazo.
Estrategias para manejar rabietas
Manejar las rabietas de manera efectiva requiere comprensión, paciencia y estrategias prácticas tales como:
Mantener la calma
Lo primero y más importante es mantener la propia calma. Los niños observan y aprenden de nuestras reacciones. Mostrarles cómo gestionamos nuestras emociones les enseña a hacer lo mismo. Respira profundamente y mantén un tono de voz tranquilo y bajo.
Reconocer los sentimientos del niño
Validar las emociones del niño es crucial. Reconoce su frustración o enojo con frases como "Entiendo que estés enojado porque quieres seguir jugando". Esta validación puede disminuir la intensidad de la rabieta, al sentirse entendidos.
Estrategias de distracción y redirección
A menudo, los niños pequeños pueden ser distraídos o redirigidos hacia otra actividad cuando comienza una rabieta. Ofrecer una alternativa interesante o cambiar el entorno puede ayudar a desviar su atención de la fuente de frustración. Ojo porque esto funciona bien con niños pequeños de 3 años o menos. A partir de ahí, este método puede generar más frustración para los niños al sentirse ninguneados.
Evitar prohibiciones innecesarias
Algunas veces las rabietas pueden ser provocadas por prohibiciones que podrían haberse evitado. Si nos paramos a pensarlo, nos pasamos el día prohibiendo y diciendo que no a demasiadas cosas. Esto choca frontalmente con la necesidad de independencia y exploración de los niños y entonces surge el conflicto.
Suele ser mejor idea prohibir las cosas realmente importantes pero ser un poco más permisivos en el resto.
Consistencia y paciencia
La consistencia en las respuestas a las rabietas enseña a los niños qué esperar de sus cuidadores y establece límites claros y seguros. La paciencia es fundamental; los niños están en proceso de aprender a manejar sus emociones, y esto requiere tiempo y práctica.
¿Qué no hacer?
Aunque es natural querer detener una rabieta tan pronto como comienza, ciertas reacciones pueden ser contraproducentes y dañar a largo plazo el desarrollo emocional del niño y la relación entre padres e hijos. Aquí detallamos algunas de las acciones que se deben evitar durante una rabieta.
No gritar ni perder el control
Es crucial no responder a una rabieta con gritos o pérdida de control. Aunque puede ser difícil mantener la calma, gritar solo enseña al niño que el volumen es una forma adecuada de expresar frustración.
No ignorar las emociones del niño
Si bien ignorar la rabieta en sí puede ser una estrategia en ciertos contextos, es importante no ignorar las emociones del niño. Hacerlo puede enviar el mensaje de que sus sentimientos no son válidos o importantes, lo cual puede afectar su capacidad para procesar y expresar emociones de manera saludable en el futuro.
También se recomienda evitar frases como "No es para tanto" o "Deja de llorar". Es vital validar sus emociones, mostrando empatía y entendimiento.
No castigar físicamente
Como ya sabemos desde la edición #1 Castigos y consecuencias, el castigo físico no solo es ineficaz a largo plazo sino que también puede dañar la relación entre el niño y el cuidador. Hay estudios que demuestran que el castigo físico puede llevar a comportamientos agresivos en el futuro y afectar negativamente el desarrollo emocional del niño.
No ceder a todas las demandas
Aunque puede ser tentador ceder a las demandas del niño para detener la rabieta, hacerlo consistentemente puede enseñarle que las rabietas son una forma efectiva de conseguir lo que quiere. En su lugar, busca soluciones alternativas o negocia opciones que sean aceptables para ambos.
Os recomiendo estos libros para profundizar en el tema rabietas e interiorizar al máximo las técnicas que hemos comentado:
Rabietas: Cómo lidiar con los berrinches y no morir en el intento - Míriam Tirado
Peaceful parent, happy kids - Dra Laura Markham
El cerebro del niño - Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson
Tengo un volcán - Míriam Tirado